Hoy que estas en el cielo

Hoy pensé en tú risa loca y muy poco común, esa risa que a ratos me agobiaba y que me parecía cansina… pero que sinceramente ahora aguantaría escucharlas por horas.

Pensé en tus cabellos que eran más negros que el negro, en la envidia que me daba que siempre lo tenías tan brillante, pensé en mi llanto, y en el llanto desesperado y amargo de aquellos nietos que perdieron eso mágico que son los abuelos aquí en la tierra y que con afán se aferran mirando al cielo con la única ilusión de encontrarlos y decirles los te quiero que alguna vez olvidaron decirles a diario.

Pensé en aquellas manos que guardaban tantas historias y tantos misterios que llevaba consigo cada arruga, en aquellas manos que me dieron tanto, esas manos que me lo enseñaron todo, en esas manos que jamás se cansaron de llenarme de abrazos, de llevarme de paseo y cuidarme como un trofeo.

Pensé en esa manera de ser tuya que nadie entendía pero que te hacia diferente, único, mágico y especial como lo que eras, pensé en esa manera de hacer todo difícil por más fácil que fuera, en preguntarte algo y que lo supieras todo, de aquellas tardes donde las horas se acortaban con nuestras charlas infinitas.

También mis ojos llenos de lágrimas no podían creer tú partida, también me rompí en mil pedazos cuando nadie me veía, pensé en lo mucho que te amaba y las historias que guardamos en común dentro del alma que te juro que atesoro con locura, pensé en tus abrazos que me hacían otra vez retroceder el tiempo y sentirme niña de nuevo, pensé en esa mirada cálida que me calmaba sin decirme nada, pensé que si supiera que sería la última vez que te vería te estaría llenando la vida a besos y repitiendo una y otra vez cuán grande eras y eres para mí, lo que vales, lo que representas y significas en mi vida.

Tú por siempre en mi vida.

Por siempre contigo, tú, yo y nuestros recuerdos.

Te amo.